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La obra de García Carrero suple un vacío sobre la historia de la Guardia Civil en Extremadura
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10-11-2017 Premio "Arturo Barea 2016", fue presentada ayer acompañado por el historiador Chaves, el biógrafo Chislet y la directora del Área de Cultura

   La obra de Francisco Javier García Carrero “Un siglo de la Historia de la Guardia Civil en Extremadura. Desde su fundación a la lucha contra el Maquis (1844-1944)”, gandadora del Premio “Arturo Barea” 2016, fue presentada ayer en el salón de plenos de la institución provincial. En el acto intervinieron, además del autor, el  historiador Julián Chaves Palacios;   William Chislett, especialista en la figura de Arturo Barea; y Elisa Moriano, directora del Área de Cultura de la Diputación.

   El trabajo ganador del premio “Arturo Barea” 2016, analiza el Instituto Armado en Extremadura, un Tercio que no siempre coincidió con las fronteras políticas de la región objeto del estudio, al tiempo que recupera los nombres de  un buen número de guardias civiles que estuvieron destinados en el Tercio de Extremadura durante sus primeros cien años de existencia. De igual modo, la obra hace hincapié en la actitud y posicionamiento del Cuerpo durante los primeros días de la Guerra Civil y en los primeros años del franquismo.

     Elisa Moriano recordó al público asistente que el impulso del premio se debió al que entonces fuera director del área cultura, Javier Bodas, por lo que el acto quiso servir de homenaje a su labor. El certamen “Arturo Barea” se creó para trabajos de investigación en Extremadura durante el siglo XX. Hoy premia el esfuerzo de investigadores extremeños que ahondan en aspectos sobre el conjunto de la contemporaneidad española de los siglos XIX y XX.

    “La vigencia de Barea -indicó Elisa Moriano- está más viva que nunca”, recordando la plaza inaugurada en Lavapiés con su nombre.

       Para Julián Chaves, director de la tesis que ha servido de base para la obra de Carrero, definió a éste como un ejemplo de sacrificio y abnegación por su trabajo, con vocación de investigador y autor de una obra ingente entre publicaciones y artículos. Chaves explicó que “estamos ante una institución señera en el mundo rural, con una imagen tan característica como la Guardia Civil con tricornio, capa y a caballo”.

      Para Chaves, la aportación de García Carrero con esta obra suple un vacío existente, el estudio del Cuerpo en Extremadura, protagonista de recuerdos nefastos y represivo en algunos periodos pero con sus luces en otros pues daba seguridad a los vecinos de los pueblos.

      El autor del libro hizo un repaso de su contenido. Se inicia con un repaso por todos los cuerpos de seguridad existentes antes de la existencia de la Guardia Civil, continua con su creación en 1844 por Ahumada, su fundador y primer director general. En sucesivos capítulos se habla de la estructura del Cuerpo, de la Guardia Civil extremeña en el siglo XIX y los primeros años del XX, para continuar con un estudio sobre el número de servicios que prestó, el fin de la dictadura de Primo de Rivera, la proclamación de la primera y segunda República con los tristes hechos acaecidos en el campo extremeño, sobre todo en Castilblanco (1931) y Zarza de Granadilla (1933), las posteriores reformas republicanas y el primer intento en 1932 para derribarlas con el fracaso del general Sanjurjo.

    El libro sigue recogiendo la conspiración definitiva en 1936, con Vázquez Ramos y Manuel Carracedo, cómo se estructuró la Guardia Civil en aquel año y la sublevación posterior fracasada en Extremadura. Únicamente la 5ª Compañía se sublevó en Villanueva de la Serena con el general Gómez Cantos. El inicio de la Guerra Civil abre los últimos episodios de la obra, además de su refundación tras el triunfo de Franco y la militarización del Cuerpo, la Guardia Civil nueva nacida con la Dictadura tras su fusión con Carabineros y el esfuerzo que realizó para acabar con las guerrillas. El último periodo recogido es de 1844 a 1845.

    Cronista oficial de Arroyo de la Luz y doctor en Historia de la Universidad de Extremadura, Francisco Javier García Carrero obtuvo premio extraordinario de doctorado en el curso 2011-2012. Profesor de Historia de España en el I.E.S. Bioclimático de Badajoz, miembro del Grupo de Estudios sobre la Historia Contemporánea de Extremadura y de la Sociedad Extremeña de Historia,ha publicado numerosos artículos en diversas revistas regionales y nacionales y ha participado en la redacción de distintas obras colectivas junto a otros historiadores de prestigio.

   William Chislett, biógrafo de Barea, desveló que descubrió la existencia de Barea en la serie de televisión sobre “La forja del rebelde” en los años 90 y se quedé fascinado por la vida del autor. Al indagar en su vida supo años después, que había vivido de niño en un pueblo en la campiña del condado de Oxford, bastante cerca del hogar de Barea en Faringdon, donde el autor vivió la mayor parte de sus 18 años en el exilio, casi la mitad de su vida adulta y tantos años como tiene el premio que lleva su nombre. Encontrar su lápida conmemorativa se convirtió en la obsesión del inglés.

    Recordó Chislett que “en 2010, finalmente encontré la lápida muy deteriorada, levantada en el anexo del cementerio de la Iglesia de Todos los Santos en Faringdon por una íntima amiga en los años 70, después de la muerte de Ilsa, la mujer austriaca de Barea. Las cenizas de Barea fueron esparcidas allí y decidí restaurar la lápida como un gesto cívico para honrar su memoria”.

    A Chislett le pareció absurdo que Barea fuera mejor recordado en su país de exilio que en su país de origen. Así que junto con dos amigas, en diciembre de 2015, pidió al Ayuntamiento de Madrid un reconocimiento de Barea, y en marzo de este año Manuela Carmena inauguró La Plaza Arturo Barea en Lavapiés, el barrio donde se crió.

     Algunas anécdotas relatadas por Chislett reflejan su espíritu, como cuando vivió los últimos diez años de su vida en las afueras de Faringdon en una casa situada en la finca de lord Faringdon, quien se la alquiló sin electricidad (se iluminaba con lámparas de aceite) en unas condiciones muy favorables. Este excéntrico aristócrata, miembro del Partido Laborista y partidario de la República, había convertido su Rolls-Royce en una ambulancia que, en 1937, condujo hasta el frente de Aragón para usarlo como hospital de campaña. De regreso, y en mayo de ese año, dio cobijo a un pequeño grupo de los casi 4.000 niños vascos evacuados en el barco Habana a Inglaterra, después del bombardeo de Guernica. Es el grupo más grande de refugiados que se haya acogido nunca de una sola vez en Inglaterra. La placa colocada en el pub la diseñó mi amigo Herminio Martínez, quien había viajado en el barco a los siete años de edad.

     William Chislett habló también de que Barea y su mujer Ilsa desembarcaron en Inglaterra en marzo de 1939, el mismo mes en que se produjo la derrota de la República española. Sus primeros años de Barea en el exilio fueron muy fructíferos. La forja fue publicada en inglés en 1943; y ese mismo año le siguió The Track (La ruta), sobre la guerra colonial en el Marruecos de los años 20, y en 1946 The Clash (La llama), que se centró en la Guerra Civil. Durante la Guerra Mundial, sus charlas tenían como propósito propagandístico contrarrestar la propaganda de los nazis en América Latina.

 

Información adicional

Publica: Gabinete de Comunicación (Presidencia y Relaciones Institucionales)

 

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