
28-10-2025 Entre los recuerdos del médico y escritor está el manuscrito ‘La crisis de la civilización’, que ya forma parte del Instituto Cervantes
La Caja de las Letras, del Instituto Cervantes, cuenta desde ayer con el legado in memoriam del médico y escritor extremeño Felipe Trigo. Con el manuscrito sobre ‘La crisis de la civilización’ como ensayo clave, la cesión la protagonizan varios de sus artículos, ensayos y narrativa, además de parte de su correspondencia personal, fotos y autorretratos fotográficos.
Trigo, figura polémica y relevante en la literatura española de principios del siglo XX, fue autor de bestsellers de la época como ‘Las ingenuas’, ‘El médico rural’ o ‘Jarrapellejos’, en los que realiza una profunda crítica de la sociedad española.
En el acto ha participado el director del Instituto Cervantes, Luis García Montero; la nieta del escritor homenajeado, Carmen Trigo; el tataranieto del autor, Ricardo Carrasco, y el ensayista y profesor Luis Sáez, también director de la Revista de Estudios Extremeños que edita la Diputación de Badajoz. Como testigo de honor, Antonieta Benítez, responsable del Servicio de Publicaciones de la Institución pacense, ya que esta es el organismo extremeño que ha conseguido mantener vivo el recuerdo de Felipe Trigo.
García Montero ha destacado el compromiso social de Trigo, que hizo que su repentino éxito literario no le convirtiese “en un refugio halagador, sino en una invitación para seguir investigando y seguir comprometiéndose con una literatura de calidad capaz de abrir las conciencias de sus lectores”.
En contra de la hipocresía y los perjuicios
Para el director del Cervantes, la apuesta literaria de Trigo va acompañada de una crítica que supo desarrollar “por ejemplo, sobre la moral sexual que él fue capaz de analizar y presentar en sus malas consecuencias para la vida personal y colectiva”.
‘La crisis de la civilización’ se publicó en 1915 bajo la sombra de la I Guerra Mundial, un ensayo que, según García Montero, “hay que tener muy en cuenta hoy que vivimos en un momento de crisis” y donde la civilización de los valores democráticos ”se está viendo afectada por los discursos de odio, del nuevo consumismo y la nueva beligerancia”.
“Con este legado reivindicamos la historia de la literatura, de nuestra conciencia cívica y de nuestro país”, afirmó el director del Instituto, “porque en los años 70, la dictadura franquista había conseguido silenciar algunos nombres que resultaran incómodos y Felipe Trigo era uno de ellos”. Y añadió que “su obra ha sabido resistir el paso del tiempo y ha hecho posible que estudiosos nos hayan devuelto al presente la personalidad de Trigo”.
Novelistas para cambiar el mundo
En su intervención, Luis Sáez ha señalado que Felipe Trigo “pensaba que la literatura podía cambiar el mundo”. Estaba tan persuadido, que pensaba llegaría el momento en que “los políticos consultarían a los novelistas cómo hacer las leyes, porque solo los novelistas saben qué necesita la sociedad”.
Sáez también confesó que le gusta pensar que Trigo es nuestro contemporáneo porque, igual que nosotros vivió entre dos épocas: “Vivió una época en la que había un cambio de paradigma social, político, estético... De manera que su obra es un símbolo de libertad sexual, de liberación de la mujer y de denuncia de la explotación”.
Sáez destacó la minuciosidad del trabajo de Trigo y recordó un dicho que se usaba en Extremadura y que se ha perdido: “Cuando alguien estaba muy enfermo se decía: Esto no lo cura ni don Felipe, imaginaos cómo era de riguroso”.
Por su parte, Carmen Trigo, en una extensa intervención, se refirió con cariño a los rincones de la casa de su abuelo, al cual no conoció en persona, pero que causó una profunda impresión en el devenir de su vida y del de su familia.
El villanovense pasa a formar parte así del tesoro literario que custodia la Institucional nacional.
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Publica: Cultura, Deporte y Juventud
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